miércoles, 24 de enero de 2018

La bella y el gracioso



Un año más, a la hora de ver las campanadas desde la Puerta del Sol, gran parte de los españoles eligieron Antena 3, expectantes por ver el revelador modelo que Cristina Pedroche se ponía esta vez. ¿He venido aquí a hablar de que es sexista que ella siempre se ponga trajes que la dejan casi desnuda? No, o no exactamente. El tema es más complicado de lo que parece y me gustaría hacer más una reflexión sociológica que personal y centrada en ella.

Cristina Pedroche tiene todo el derecho del mundo de ponerse la ropa que desee cuando desee. Ser feminista no va necesariamente unido a esconder tu cuerpo, y a la inversa, llevar poca ropa, o ninguna, no me parece intrínsecamente degradante. Al final siempre estamos hablando de si la mujer es más o menos libre por ir casi totalmente tapada, o por ir casi desnuda, y parece que haga lo que haga todo es motivo de escrutinio. Pero el problema lo veo cuando alejamos un poco la cámara del caso anecdótico de Pedroche, y observamos el panorama global.

Y el panorama global es que el modelo de pareja de presentadores que representaban Pedroche y Chicote está muy extendido, y lleva años estándolo. A saber: presentadora guapa, con más o menos gracia, y presentador normal y corriente. Puntos extra si él ejerce el rol del gracioso, incorrecto, irreverente o patoso, y ella es la voz de la razón que reconduce las cosas cuando al otro se le va mucho la pinza.

Un programa fantástico y dos presentadores excelentes, pero que caen de lleno en este modelo.
A lo largo de este artículo pondré fotos y citaré ejemplos de muchas presentadoras que entran en este modelo, y puede parecer que estoy cayendo en el mismo prejuicio: que las estoy juzgando solo por su físico, y que no estoy valorando la inteligencia, la simpatía o la gracia que todas estas presentadoras tienen. Pero es que no estoy diciendo que estas mujeres sean un mero florero sin nada que decir; el problema es que me parece obvio que para llegar a donde están su belleza física ha sido condición sine qua non, mientras que en el caso de sus compañeros masculinos sólo ha bastado con sus cualidades personales como comunicador. Y por supuesto cualquiera es libre de encontrar atractivos a Ramón García, Chicote, Matías Prats y tantos otros, pero tampoco vamos a engañarnos y fingir que no se sabe quiénes entran en el canon de grandes bellezas y quiénes no.


El listón, está claro, no es el mismo para ambos sexos. La belleza física es evidente que va muy unida a la edad, y parece claro que si bien muchos de estos presentadores siguen consiguiendo trabajo con el paso de los años y la aparición de canas, arrugas y demás marcas del paso del tiempo, la edad máxima de sus compañeras parece tener un tope, algo así como lo que ocurre con las parejas de cine, donde año tras año vemos a Jennifer Lawrence o a Scarlett Johansson emparejadas con actores que en casi todos los casos superan tienen muchos más años que ellas (sí, alguien incuso hizo ya gráficas sobre esto, que puedes ver en este enlace).

Allá por los noventa, cuando comenzaba Telecinco su andadura en nuestro país, muchos se asombraban al ver el increíble machismo de sus programas, donde sin venir a cuento salían un coro de bailarinas rollo brasileño a dar un par de vueltas contoneándose por el escenario (¿ya tienes la canción pegada en tu cabeza?), o, más flipante aún a día de hoy, aquellas otras que cantaban alegremente del acoso sexual al que las sometía un tal Chicho. ¿Y qué tal aquel otro programa donde Jesús Gil se bañaba en un jacuzzi rodeado de buenorras que se limitaban a sonreír y no decían ni pío?

Como todos sabemos el máximo deseo de toda mujer es formar parte del harén de algún Gil... y Gil

 Vemos la foto de arriba y flipamos, ¿verdad? Porque hoy en día sería inaceptable algo así, y puede parecer que la cosa ya ha cambiado totalmente. Y quiero pensar que vamos por el buen camino, pero tampoco nos pasemos de optimistas. Ahora las chicas que rodean al hombre también hablan, también tienen gracia e ingenio, no están únicamente ahí para hacer bonito. Pero si quieren llegar ahí, ellas además, y para empezar, tienen que estar buenas, y a ellos con la simpatía les basta.