martes, 5 de noviembre de 2013

La vida de Adèle (2013) y la mirada masculina

Recientemente se estrenaba en España La vida de Adèle, la adaptación libre del cómic de Julie Maroh El azul es un color cálido.

La película ha recibido críticas excelentes, y de hecho les valió tanto al director como a las dos actrices principales la Palma de Oro del festival de Cannes. Sin embargo, el proceso de creación estuvo marcado por todo tipo de polémicas, y tanto las actrices como el propio director hablan del rodaje como una experiencia agria; hasta el extremo de que el director afirma que el único momento feliz que ha tenido fue obtener el galardón en Cannes, y que desearía que la película no se proyectase más. Teniendo en cuenta que normalmente la promoción de las películas suele ser un desfile de piropos y cumplidos por parte de todos los implicados ("Mengana es una compañera de reparto increíble y muy generosa", "Fulano sabe muy bien lo que quiere y te ayuda mucho", etc.), ya se puede imaginar uno lo mal que fueron las cosas para que se atrevan a hablar tan abiertamente de lo mal que lo pasaron.

Como suele pasar, en el centro de toda esta polémica están las escenas de sexo. Unas escenas que, en el caso de esta película, destacan por su abundancia, su longitud y su explicitud. Sin duda, en la sala muchas personas se removerán en sus asientos un tanto incómodas ante semejante despliegue de cunnilingus, tijeras, lametazos, orgasmos, azotes y demás, y no ya por tratarse de dos chicas, sino porque pocas veces se ve en un cine que no sea X algo parecido a esto. Mientras lo veía, no podía menos que asombrarme ante la valentía y la entrega de las dos actrices, que se meten en el papel con tal autenticidad y arrojo que por momentos esto parece un documental sobre el amor y la pasión.

Pero claro, esta autenticidad tiene un precio, y según explicaba la actriz Adèle Exarchopoulos (que afirma no querer repetir nunca otro rodaje con el director), las escenas de sexo, que normalmente son tratadas por los directores como una coreografía mecánica y desexualizada, con el fin de ayudar a todos los implicados a sacarlas adelante de la forma menos incómoda posible, eran aquí rodadas de una forma digamos mucho más visceral. El director ha sido acusado de"dictatorial" por varios miembros del rodaje, y al parecer el rodaje de estas escenas se prolongaba días y días, en los que las acrices debían pasar horas fingiendo orgasmos...




Las críticas, si bien muy matizadas y respetuosas, también llueven por parte de Julie Maroh, la autora del cómic original, y aquí es donde la cosa se complica. Según ella, las escenas sexuales bordeaban en el porno, y no puede menos que preguntarse de dónde vino la inspiración para las posturas, dado que el director es un hombre y las dos actrices en principio son heteros. Según explica en su texto (vale la pena leerlo), "entre el público, la gente heternormativa se reía porque no lo entendía y encontraba la escena ridícula. El público gay y queer se reía porque no les parecía nada convincente y lo encontraban ridículo. Y entre la gente que no escuchábamos reírse se encontraban posiblemente hombres que estaban muy concentrados dándose el banquete ante la representación de sus fantasías en pantalla grande". Todo esto viene a cuento del concepto de la "mirada masculina", acuñado por Laura Mulvey en 1975, según el cual, dado que gran parte de la producción audiovisual es creada por hombres heterosexuales, estos retratan el cuerpo femenino desde el punto de vista sexual, convirtiéndolo en un objeto. En plata: esa es la razón de todos esas escenas de sexo en las que lo único que vemos son las tetas y el culo de la chica, y rara vez alguna parte del chico. Lo único que importa es que los tíos tengan "material" para luego, ¿no?

Personalmente, entiendo perfectamente las reservas de la autora y la sensación que tuvo respecto a estas escenas. Tengo que añadir además que en algún foro he leído más opiniones en la línea de que "el sexo lésbico no es así, eso es una fantasía masculina" y demás... y, a renglón seguido, otra persona respondiendo si acaso la primera tiene la verdad universal sobre qué hacen o dejan de hacer las lesbianas en la cama.

Y por eso las entiendo pero no las comparto. Sí, en mi sala hubo también alguna risa suelta (pero más fecuentemente en momentos intencionadamente cómicos, tengo que añadir), pero desde luego no eran la norma, y además no lo atriburía con tanta seguridad a que nadie las encontrara ridículas o irreales. La realidad es que el sexo en pantalla, y más cuando es tan explicito, suele provocar un poco de incomodidad y por tanto risitas. Y en fin, sí, seguramente algún espectador hetero (¿y alguna lesbiana? ¿y algún/a bisexual?) seguramente disfrutó mucho de las escenas, pero sinceramente, en un caso como este, en que las escenas están concebidas como una explosión de sensualidad y disfrute (Adèle y Emma tienen una química desbordante, y las actrices simple y llanamente lo clavan) y no como una tortura, como otras veces suele ser (ver el caso de Shame), pues la excitación me parece una respuesta perfectamente aceptable y sana. sí, ver a dos personas disfrutando tan sinceramente del sexo es excitante, y eso en mi opinión no tiene nada de malo.

No somos amnésicos ni ingenuos, y conocemos muy bien el uso que los medios suelen darle al lesbianismo. Las lesbianas suelen ser un combustible perfecto para la imaginación del espectador medio (o la idea del espectador medio que se tiene en ciertos ámbitos, es decir un varón heterosexual), y a menudo no son tratadas como personas, sino como meros reclamos publicitarios. Lo hemos visto en el porno, lo hemos visto en infinidad de telecomedias y películas, lo hemos visto en los cómics en incluso en la música. Personajes lésbicos que no tienen verdadera personalidad, trasfondo ni objetivos, que sólo están ahí para calentar al público y subir las ventas. No hay en absoluto una verdadera voluntad de normalización ni de militancia LGTB (¡ja!) en estos personajes, y la prueba más clara de que son un mero reclamo para la audiencia es que la contrapartida evidente, personajes gays que fuesen usados como reclamo para las espectadoras femeninas, es básicamente inexistente. Al menos en occidente.

Y como no somos amnésicos, entiendo que ante una película como esta, con unas escenas sexuales como estas, y dirigida por un director heterosexual, inmediatamente pensemos mal. Yo personalmente creo que aquí no hay voluntad de explotación (ni siquiera, en realidad, de militancia), sino simplemente una hermosa historia de amor, perfectamente universal sea cual sea la orientación del público, increíblemente interpretada y en la que sí, esta vez también se ha retratado el sexo y de forma más explícita de lo acostumbrado. Nada más y nada menos. ¿Qué opinas tú?